¿Comenzar de cero?

          Cuando migramos muchos de nosotros tenemos que reinventarnos, suele decirse que volvemos a empezar o que empezamos de cero. Pero no es así realmente. Al migrar nos cuestionamos muchas decisiones y la nueva realidad suele poner en entredicho lo que pensábamos de nosotros mismos.

Yo era Yo soy

       En nuestro lugar de origen solíamos definir nuestra identidad en función de los logros académicos, los logros profesionales y personales, el estatus o posición que ocupábamos dentro de la sociedad e incluso el prestigio de nuestra profesión o carrera. Al llegar a un nuevo sitio donde muy probablemente no podemos poner en juego todos estos aspectos de nuestra identidad, o al menos no de forma inmediata, nos frustramos. Por ejemplo, las personas dicen yo era ingeniero, yo era dueño de un negocio, yo era maestra, yo era tal o cual… y ahora soy empleado, soy vendedor, atiendo mesas, soy limpiadora.

¿Quiénes somos realmente?

           Debemos recordar entonces que, aunque nuestros estudios y profesión forman parte de nuestra identidad, no son lo único y sobretodo no son lo primordial. Somos nuestras capacidades, nuestros talentos y destrezas. Cada uno tiene una combinación única que si sabemos reconocer podemos ponerla al servicio de nosotros mismos y de la nueva sociedad que nos acoge.

Reconstruyendo la identidad en una nueva realidad migratoria

         ¿Cómo entonces nos reponemos de esa frustración inicial y superamos los obstáculos? La respuesta es más simple de lo que pensamos; volviendo no al cero, pero quizás al 20%, al 30% o al % de nosotros mismos que SI viajó con nosotros en la maleta.

       Regresemos al origen y hagamos una revisión exhaustiva de nuestras habilidades, intereses, rasgos de personalidad y valores que nos permitirá identificar potencialidades que podemos explotar en este nuevo ambiente y nos ayudará a confrontar la frustración de no poder desempeñarnos laboralmente en lo que solíamos hacer en nuestro lugar de origen. 

           Exploremos nuestro entorno para conocer qué oportunidades se nos brindan y entonces decidir cómo podemos encajar todo esto que sabemos de nosotros mismos allí en esta nueva realidad.

      Evaluemos alternativas. En ocasiones conviene volver a estudiar. Puede ser una carrera, un diplomado o simplemente un curso formativo. Es una forma favorecedora de conocer personas dentro de nuestra área de interés y de actualizarnos.

         También podemos formarnos en un oficio, que sea de nuestro interés, que coincida con nuestras habilidades y que tenga demanda en el sector donde deseamos desempeñarnos laboralmente.

         Puede ser útil también asociarse con alguien. Si deseamos iniciar un proyecto o negocio, buscar personas que conozcan con anterioridad el mercado nos puede ser de mucha ayuda.

¿Qué más podemos hacer?

         Aprender de la cultura sin perder nuestra esencia. Es importante mantener nuestras tradiciones e igualmente incorporar algunas nuevas. En el caso de la comida podemos aprender a cocinar algo diferente, combinar sabores con los nuestros, ensayar, fusionar. Podemos aprender nuevo vocabulario, y en muchos casos todo un nuevo idioma. Otra forma es mantener nuestro sentido del humor y al mismo tiempo aprender del entorno. Aprender cosas nuevas es en esencia crecer y nos abre muchas oportunidades.

           Aprovechar las oportunidades que nos brinda nuestro nuevo hogar. Esas oportunidades pueden ser en muchos casos gratuitas como cursos, exposiciones, eventos artísticos o culturales que ofrecen los ayuntamientos o alcaldías del lugar donde residimos. Igualmente, muchas asociaciones benéficas ofrecen oportunidades de afiliación, de estudiar, de relacionarnos con otros compatriotas, con migrantes de diversas nacionalidades y por supuesto con nativos de nuestro nuevo hogar.

Otras Recomendaciones

  • Buscar reforzamiento de otras personas en situaciones similares que nos puedan animar.

  • Llevar una lista de logros y revisarla con frecuencia. 

  • Fomentar y mantener redes de apoyo.

  • Establecer raíces en la comunidad local.

  • Mantener comunicación constante con familia y amigos.

  • Si la situación de crisis de identidad se mantiene por un período superior a 6 meses es deseable buscar ayuda profesional.

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